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Para llegar a puerto

 

 

Para Adriana  Ossa, 

que me enseñó que el amor 

es un puerto, no un ancla.

 

Casi he llegado a puerto.

Después de un largo viaje,

de navegar sin rumbo, sin cartas y sin brújula,

hoy he visto de nuevo la orilla que me aguarda.

 

Llego sin tripulantes.

Soy solo yo, capitán y vigía de mi nave cansada,

esta nave que un día, un día ya remoto,

se dio a la mar con ansias de embriagarse del mundo

y vagar con las olas en aguas cuyo nombre

no ha sido pronunciado (secretamente,

tenía la certeza de que incluso las olas,

un día con buen viento, llegan hasta la costa).

 

Casi he llegado a puerto,

tan solo me hace falta fijar el rumbo exacto,

encontrar un motivo y echar por fin las anclas.

Tan solo necesito una palabra, para llegar a puerto una palabra,

dime tu nombre, esa palabra exacta,

y mi navío, te lo prometo, se anclará cada noche en tu orilla,

en tu cuerpo.

 

Tan solo necesito una palabra, para llegar a puerto una palabra,

Dime tu nombre.

 

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